II
Con la espalda inclinada y dolorida
sobre surcos de tierra polvorienta
esperando anheloso la tormenta
con lágrimas y rabia contenida.
Con la mirada al cielo dirigida,
campesino, que el hambre te alimenta,
barrena entre tu carne macilenta
penetrando cual hierros en tu herida.
Recorres paso a paso lo sembrado,
lo riegas con el llanto de tus ojos,
y en tu pecho rebosa la amargura.
Ya no se puede ser más desdichado
en tu mente se clavan los abrojos
uniéndose el dolor con la locura.
De "De roca y yerbabuena"
Este me encanta. Qué arte tienes para componer sonetos!
ResponderEliminarGracias Rosa, por
ResponderEliminarcomentar mi soneto. Celebro que te guste.