jueves, 24 de septiembre de 2009

SEQUÍA

II


Con la espalda inclinada y dolorida
sobre surcos de tierra polvorienta
esperando anheloso la tormenta
con lágrimas y rabia contenida.

Con la mirada al cielo dirigida,
campesino, que el hambre te alimenta,
barrena entre tu carne macilenta
penetrando cual hierros en tu herida.

Recorres paso a paso lo sembrado,
lo riegas con el llanto de tus ojos,
y en tu pecho rebosa la amargura.

Ya no se puede ser más desdichado
en tu mente se clavan los abrojos
uniéndose el dolor con la locura.


De "De roca y yerbabuena"

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