A Alfoso y Eli en el día de su boda
Con las manos ungidas de premura
y un amor indiviso y verdadero,
Alfonso y Eli cruzan el sendero
que les lleva camino a la ventura.
Unen sus labios plenos de ternura
y de algazara de un amor sincero,
la melodía suena de un te quiero
con indeleble acento de dulzura.
Transmiten en sus ojos la emoción
con destellos gozosos de alegría
y el calor de sus almas que palpitan.
Y viviendo en perpetua sinfonía
son dos cuerpos y un solo corazón
que para respirar se necesitan.
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