Te mira somnoliento cada día
temprano en la mañana al despertar,
burlón te observa sin parpadear
cómo tus ojos pierden lozanía.
Con indolencia y toques de ironía
chancero está dispuesto a revelar
lo que tus ojos quieren ocultar
enajenados de melancolía.
Y aunque muestre besanas en tu frente
por la vida y el trabajo cinceladas
de su ingrata mirada no te quejas.
Te ríes del espejo a carcajadas
y le vuelves la espalda displicente
cuando lento y flemático te alejas.
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