Sus reclamos y llantos ignoraste
sus besos como losa te pesaban
y apartando los brazos que te amaban
de su amor y su vida te alejaste.
Con ansias de horizonte y liberado
emprendiste sin rumbo la partida
y soñando la tierra prometida
anduviste arrogante y subyugado.
Hoy su nombre acaricias cual sudario
su recuerdo te asalta, y te condena
y en tus labios se escuchan mil plegarias.
En tus manos las cuentas de un rosario,
y errando vas por playas solitarias
construyendo castillos en la arena.
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