Los otoños son gélidos glaciales
que zahieren y truecan la energía,
en fracasos que nublan la armonía
de júbilos y gozos terrenales.
Cuando llegan los fríos invernales
y se cubren de nieve las alturas,
los olvidos se vuelven desventuras
y helados languidecen los rosales.
Mas, nunca olvida el tronco del rosal
que dio la savia a la sublime rosa
y la energía de la primavera;
y estoico desafía al temporal
y bajo tierra su raíz reposa
regalando su aliento hasta que muera.