Te aproximas con pasos
perezosos
a recoger el último
suspiro
de mis labios, tus ojos de
vampiro
ríen, ríen con tintes
codiciosos.
Me agarras con tus brazos
vigorosos
y yo al mirarte pienso que
deliro
te reto altiva y
arrogante, y miro
tus dedos como garfios
tenebrosos.
Mis ojos no se dan por
enterados,
no quieren aceptar tu
pronta inquina,
mas, tu fuerza, me
arrastra hacia lo eterno.
Con dientes y colmillos
afilados
y con firmeza helada y
repentina
me empujas a las puertas
del infierno.