XI
Bebiendo vas del néctar prohibido,
henchido, desplegando hermosas alas,
de flor en flor tu seducción regalas,
repartes polen siempre desprendido.
La savia gozas fiel a lo elegido,
te ufanas que aventuras acaudalas,
siempre dispuesto a disparar tus balas
sin importarte quien quedara herido.
Pero llegó ese día crudo y triste
en el que el tiempo te dejó vencido
llorando todo aquello que perdiste.
Hoy, tu fuerza agotada te reclama,
lo que ayer fue huracán enardecido,
ya solo es calmo viento el que te llama.
De (De roca y yerbabuena)
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