viernes, 20 de agosto de 2010

LA CIZAÑA



Tu mente, con encono la abonaron
con mentiras sembraron la cizaña
tus recuerdos segaron con guadaña
y con rencor tus labios me acusaron.

Ni lágrimas ni ruegos te ablandaron
te venció la cizaña engañadora
levantaste tu mano acusadora
y con desdén, tus dedos me apuntaron.

Me dejaste deshecha y sin consuelo
por tu cordura suplicando al cielo
y en mis labios rezando una oración.

Mi corazón dolido por la pena
y mi boca cerrada con cadena
otorgó sin palabras el perdón.

3 comentarios:

  1. Un soneto precioso a pesar de la tristeza de tu corazón, el perdón sonó maravilloso.

    Saludos

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  2. Doliente huella en el corazón, es el negar el perdón suplicado; es un don divino que nos asemeja a Dios.
    Que tu manantial poético fluya cada día más.

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  3. Gracias por vuestros comentarios, Rosario, Francisco. Vuestra visita me llena de alegría.

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