Engalanado luce el mes de junio
con amarillos velos nuevamente,
llega radiante, y fiel besa mi frente
cubriéndola de claro plenilunio.
Una vez más se escapa entre mis dedos
cual raudo río que hacia el mar navega
rebasando su cauce en huida ciega
malgastando el caudal entre los bledos.
Me acerca a la desidia en duermevelas
y agota mi tesón y mi entereza
imponiéndole cruces al destino.
¡Ay, Junio, que dejando vas estelas
de silencioso frío y de aspereza
plantando un año más en mi camino!
De "La cruz del verbo"
De "La cruz del verbo"