viernes, 7 de febrero de 2014

LA IMPASIBLE CORNADA DE LA MUERTE


 Asediándote siempre enamorada
la parca te ofrendó la nieve pura
y dos alas de espléndida blancura
envidia de la rosa perfumada.

Como un toro llegó al atardecer,
como un toro, embistiéndole a la vida,
y en plena juventud de amor ungida,
rompió el sino, tus sueños de mujer.

Cuando mis ojos tu partida vieron
ya el carmín de tu rostro marchitado,
abominé del cielo y de tal suerte.

Y mis labios dos lágrimas bebieron,
al saber que te había lacerado
la impasible cornada de la muerte. 

De la Antología "Poética en Gredo"

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